martes, 29 de marzo de 2022

Reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza


En el artículo anterior hemos meditado dos frases del Prefacio Vº de la Cuaresma: 

Tú abres a la iglesia el camino de un nuevo éxodo

a través del desierto cuaresmal…

 
El párrafo completo dice así:
 
Tú abres a la iglesia el camino de un nuevo éxodo

a través del desierto cuaresmal,

para que llegados a la montaña santa,

con el corazón arrepentido y humillado,

reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza

convocado para bendecir tu nombre,

escuchar tu Palabra

y experimentar con gozo tus maravillas.
 

Nos concentramos ahora en las frases que se refieren a la “montaña santa” y a “nuestra vocación de pueblo de la alianza”.

 
Recordemos que Moisés pide al faraón permiso para llevar al pueblo a rendir culto a Dios “en la montaña santa”. Se trata del Horeb (o Sinaí), allí donde Dios habla muchas veces con Moisés, y por su intermedio entrega los mandamientos al pueblo. Allí se celebraron sacrificios de expiación y de comunión para sellar la Alianza con Dios, Creador y Salvador.
 
La montaña santa es, por tanto, símbolo de encuentro con Dios, de Alianza, de unión, de escucha de la Palabra, de profundidad en la comunicación de amor, etc.
 
Con toda razón el Pueblo de Dios es llamado “pueblo de la alianza”, porque la “alianza” es el elemento más profundo de su identidad.
 
Nosotros somos el Nuevo Pueblo de Dios, participamos de la Nueva Alianza, la que fue sellada con la sangre de Cristo. Por eso la Cuaresma es como un caminar hacia la “montaña santa”, lo que solo es posible “con el corazón arrepentido y humillado”.

“Reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza”, porque fuimos convocados para bendecir el nombre de Dios, escuchar su Palabra, y experimentar con gozo sus maravillas.
 
La Cuaresma es un caminar a la montaña santa, para renovar la Alianza con Dios celebrando su Pascua y nuestra Pascua. Cristo Jesús es el nuevo Moisés. Cristo es también el verdadero Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
 
La Vigilia pascual celebra todo eso; por lo cual se convierte en la celebración más importante del año cristiano. ¡No hay otra fiesta más grande e importante! ¡¡Preparemos, entonces, nuestra participación de la Pascua de Jesucristo, nuestro Señor!!

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