viernes, 30 de noviembre de 2018

Depende del Adviento

La Navidad tiene un tiempo de preparación llamado Adviento. La vivencia de la Navidad depende, en gran medida, de cómo hayamos vivido el Adviento. 

Una vez celebrada la solemnidad de Cristo Rey, el siguiente domingo ya es el primero de Adviento. Son cuatro domingos en total. Por eso la Corona de Adviento tiene básicamente cuatro velas. 

En la entrada anterior El pesebre, ¿para cuándo? recordábamos la conveniencia de tener armado el pesebre ya para el primer domingo de Adviento; por lo menos que esté el Niñito, la Virgen María y San José. Porque durante el Adviento miramos el pesebre, que nos recuerda visualmente lo que celebramos en los días de la Navidad.

En nuestra vida de piedad son importantes las imágenes; porque son disparadores... desatan la imaginación y la fantasía, transportándonos al momento mismo del acontecimiento. Contemplar el pesebre con los ojos del cuerpo facilita la mirada interior de la fe. 

Como tiempo fuerte el Adviento es una invitación a la oración, a la meditación de la Palabra de Dios (lectura de la Biblia). ¡Nada mejor que seguir las lecturas que la Iglesia nos propone para la misa de cada día! La oración y la Biblia fortalecen lo que se llama la espiritualidad propia del Adviento.

La recomendación de rezar durante todo el Adviento los misterios gozosos del santo rosario tiene su razón de ser: apuntan al acontecimiento central -el nacimiento- y a lo que está vinculado con ese misterio.

Mientras rezamos el rosario, y mirando al Niño recostado en nuestro pesebre, pedimos a la Virgen y a San José que nos ayuden a preparanos espiritualmente para la celebración de la entrada de Dios en la Historia Humana por medio de la Encarnación.

¡Bendecido y fructífero Adviento!

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